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Nuestro mundo era muy distinto a como es hoy

Hoy quiero escribirte desde mi refugio nuevamente, luego de alejarme por unas cuantas semanas de mi hábitat, del lugar que saca de mí lo mejor, en donde tengo presencia interior.

Y la verdad es que, como planeta, nos han sacudido, nos han mostrado la vulnerabilidad que como seres humanos compartimos.

Por esto he querido compartir contigo una historia, y la extraído del libro “La matriz divina” de G. Braden.

“Hace mucho tiempo, nuestro mundo era muy distinto a como es hoy en día. Había menos gente y vivíamos más cerca de la tierra. La gente conocía el lenguaje de la lluvia, de las cosechas y del Gran Creador. Sabían cómo hablar con las estrellas y con los seres del cielo. Comprendían que la vida era sagrada y que era producto del matrimonio entre la Madre Tierra y el Padre Cielo. En esa época había equilibrio y la gente era feliz”.

“Luego algo ocurrió. Nadie en verdad sabe por qué, pero comenzaron a olvidar quiénes eran. Con el olvido, comenzaron a sentirse separados, separados de la tierra, de los demás, y hasta de su creador. Se perdieron y deambularon por la vida sin dirección ni conexión. En su separación, creían que tenían que pelear para sobrevivir en este mundo, y defenderse contra las mismas fuerzas que les habían dado la vida, en la que habían aprendido a vivir en armonía y confianza. Muy pronto, usaron toda su energía para protegerse del mundo que los rodeaba, en vez de hacer las paces con su mundo interior”.

“Aunque habían olvidado quiénes eran, en algún punto de su interior permanecía el don de sus ancestros. Todavía les quedaba un recuerdo que vivía con ellos. En sus sueños sabían que poseían el poder de sanar sus cuerpos, de atraer la lluvia cuando fuera necesario y de hablar con sus ancestros. Sabían que de alguna manera podían encontrar de nuevo su lugar en el mundo de la naturaleza.

“Mientras intentaban recordar quienes eran, comenzaron a construir cosas fuera de sus cuerpos para recordarles quiénes eran en su interior. Con el paso del tiempo, incluso construyeron máquinas para curar a las personas, crearon químicos para hacer crecer sus cosechas, y extendieron cables para comunicarse a través de largas distancias. Cuanto más se desviaban de su poder interior, más se enredaban sus vidas externas con las cosas que creían que los harían felices”.

Parece que cuanto más nos alejamos de nuestra relación natural con la tierra, con nuestros cuerpos, con nuestros semejantes y con Dios, más vacíos nos volvemos.

 

Ojalá que en nuestro interior quede sembrada la semilla del renacer y el GPS que nos conduzca de regreso a nuestra casa interior.