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¿Triunfar o fracasar?

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Refiriéndonos a una célebre frase del gran filósofo Aristóteles “nosotros somos lo que hacemos retitivamente. La excelencia, por lo tanto, no es un acto, sino un hábito”, podemos entender la gran diferencia entre los que se crean metas y perseveran, y aquellos que al no colocar la persistencia como una de las piedras angulares del éxito fracasan. 

Los grandes pensadores de todos los tiempos ubican la persistencia en la lucha para conseguir las metas como una de las piedras angulares del éxito. 

Martín P. Seligman, notable investigador científico ha dedicado gran parte de su vida a analizar por qué la gente se desanima o se deprime; por qué existen personas que, después de perderlo todo, se recuperan; o por qué otras, con adversidades de escala menor, se desmoronan y abandonan rápidamente su objetivo. 

Una de sus principales conclusiones es que la diferencia entre los triunfadores y los perdedores radica en el estilo explicativo que adoptamos ante los problemas de la realidad: lo que nos decimos a nosotros mismos después de ciertas experiencias que nos toca vivir. 

Nuestra mente codifica la realidad, la interpreta y la asimila de tal manera que lo que pensamos se convierte en nuestra realidad, pero esta realidad puede tener efectos positivos o negativos, que influirán tanto en nuestros sentimientos como en nuestros actos. 

Por otro lado, existen personas cuyo estilo de vida les proporciona un optimismo falso, otros, que son meramente pesimistas y un tercer grupo cuya forma de ver la vida es meramente optimista, pero con inteligencia. 

Todos tenemos un estilo propio de explicar los acontecimientos de la vida; algunos necesitan esa dosis de pesimismo, pues al victimizarse pueden ser exculpados de toda responsabilidad ante su vida y ante los que dependen de él. 

Otro grupo, cuya óptica los hace tener manifestaciones de superficialidad e irresponsabilidad, viven simplificando los hechos y la vida. 

Quiero finalizar citando a Henry Ward Beecher: “Dios no le pregunta a ningún hombre si acepta o no la vida; esa no es la elección, tienes que aceptarla. La única elección es cómo hacerlo”.